• Son formas de expresión emocional de los peques ante un malestar que les desborda y les hace estallar en forma de llanto, grito, golpes, pataletas, etc.
• Los adultos también sentimos esas emociones, pero tenemos autocontrol y nos expresamos de manera más racional y controlada que los niños. Por tanto, es un tema de inmadurez neurológica, ya que su cerebro todavía se encuentra en desarrollo.
• Pueden surgir ante frustración, ira, enfado, hambre, sueño…
• No lo hacen para molestar a los adultos, sólo suceden ante la dificultad de no saber gestionar mejor su emoción.

• Suelen iniciarse aproximadamente a partir de los 18 meses, y tienen un mayor auge a partir de los dos años, momento en el que se empieza a desarrollar el sentimiento de independencia y autonomía.
• Son naturales, y es positivo que aparezcan para que los niños/as puedan aprender a gestionar esas emociones.
• Los adultos podemos aprender formas de abordarlas con los peques para que no lleguen a convertirse en un problema.
• Como adultos no debemos evitar que se frustren o enfaden, sino acompañarles y ayudarles a gestionar esos momentos de manera respetuosa.

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