Daniel Martínez nunca olvidará una fecha: el 30 de septiembre de 2007. Lo que empezó siendo una noche de fiesta acabó ese día en un accidente de tráfico con fatales consecuencias por no llevar abrochado el cinturón de seguridad. Tenía apenas 18 años y el carnet recién estrenado. Las secuelas irreversibles ocasionadas aquel día condujeron a Daniel a un proceso de recuperación por diferentes centros de rehabilitación de Madrid y Galicia. Con el tiempo, una residencia de Cáceres se convirtió en su hogar. «No podía estar en casa y que mi familia estuviese pendiente de mí todo el tiempo», comenta. Esa elección le ha permitido por segundo año consecutivo ser uno de los siete residentes que han intercambiado sus plazas a través de un proyecto de Cocemfe Aragón.

«Me encantan los intercambios y me encanta Zaragoza», admite Daniel. Natural de Fuenlabrada de los Montes (Badajoz), asegura que «me gusta la comida de aquí -refiriéndose a Aragón-, pero sobre todo la gente: es más abierta y, sobre todo, noto que no te miran diferente ni te discriminan por tener discapacidad».

Tras dos semanas en Zaragoza, asegura que se va «con la maleta llena de cintas de la Virgen del Pilar para regalar». Y, lo que es más importante, el recuerdo de los buenos momentos vividos. De vuelta a su tierra, a Daniel le espera el día a día de una vida marcada por lo que sucedió 17 años atrás. Parte de ese tiempo, como hasta ahora, lo invertirá en concienciar a la gente a través de charlas para que no haya más casos por imprudencias como el suyo.